El gran problema de los drones siguen siendo las baterías
Todos sabemos lo poco que duran las baterías, ya sea en dispositivos que ya estamos usando como los móviles, tablets, ereader, ordenadores o los que están llegando como patinetes, motos y coches eléctricos o drones. Actualmente las dimensiones, peso y capacidad de las baterías eléctricas son una importante limitación que frenan el desarrollo e implantación de estas nuevas tecnologías.
Las baterías más utilizadas actualmente son las de iones de litio, que se han popularizado por su ligereza, alta capacidad energética y elevado número de ciclos de carga. Sus características la han convertido en la más utilizada en los productos de consumo. A pesar de su éxito y su extendido uso, estas baterías siguen teniendo una durabilidad limitada y unos estrictos requisitos de seguridad y mantenimiento que han frenado su uso en otras aplicaciones.
En el sector de los drones queda claro que el mayor obstáculo para seguir desarrollando aplicaciones y servicios con drones son las baterías. Todo el mundo que tenga un drone sabrá que las dimensiones, peso y capacidad de las baterías, aún siguen siendo la principal preocupación a la hora de volar. La corta duración de los vuelos, así como el especial cuidado que requieren en la carga y conservación complican trabajar con ellas. La única solución que han encontrado los fabricantes de baterías, hasta el momento, ha sido la de ir incrementando la capacidad, para intentar augmentar su uso de forma continuada. Este crecimiento parece estar cerca de llegar a su fin, además de no ser siempre la mejor opción, debido a la relación directa entre capacidad y dimensión y peso de las baterías. Esto hace que las nuevas baterías de 30000mAh sean demasiado grandes para muchos de los drones o incluso no compense su utilización debido a su elevado peso.
La creciente demanda de baterías en todos los sectores, parece haber motivado la investigación de nuevas alternativas para encontrar una solución. Los caminos para romper la barrera en la autonomía de las baterías, no tien un solo candidato, pero lo que queda claro es que hay que hacer un salto tecnológico y buscar nuevo material o formas de obtener la energía eléctrica. Es aquí donde estamos oiendo hablar del grafeno y sus magníficas calidades, aunque hay gente que no se olvida del hidrógeno como combustible para generar la electricidad para los futuros vehículos eléctricos.
El grafeno es un material descubierto en 2004 por los doctores Andre Geim y Konstantin Novoselov en la Universidad de Manchester, que surge de la contrucción atómica de una malla hexagonal de carbono. Comparativamente una batería de grafeno tiene una densidad energética tres veces superior, reducir el peso a la mitad, tener una vida de hasta el doble y todo esto a un coste 77% inferior a las baterías de litio. Además de evitar el peligro de explosión, las baterías de carbono tienen una velocidad de carga elevada, en la que se habla de pocos minutos y hasta segundos los más optimistas. Hasta hace poco, este material aún se estaba investigando y probando en laboratorios, pero parece ser que finalmente hay empresas dispuestas a empezar su fabricación a gran escala para el mercado de consumo.
A pesar de que el grafeno parece ser la solución revolucionaria, existe otra forma de obtener una fuente de electricidad de la que ya se hablaba antes que el grafeno; el hidrógeno. Igual que ya se intenta en los coches, también hay quien cree que el hidrógeno puede ser el combustible de los drones. La empresa británica Intelligent Energy ha desarrollado una pila de combustible lo bastante compacta como para ser montada en un drone. Para utilizar este sistema, el drone necesita de un deposito de hidrógeno para generar la energía eléctrica a través de una reacción electroquímica. En comparación con el grafeno, esta solución presenta algunos inconvenientes un mayor peso y coste, aún así sus creadores aseguran que la autonomía de vuelo también sería superior. Además esta solución presenta un alto valor ecológico que su único residuos el vapor de agua.